niedziela, 1 stycznia 2012

“La familia antes, ahora y en futuro” Agata Bylina 1F

Juan José es un chico de nueve años. Vive en una casa grande en las afueras de la ciudad con sus abuelos, padres y tres hermanas mayores. Julia ya está en la universidad. Estudia filosofía y es muy seria. Apenas ríe, pero es muy paciente y siempre auyda a Pepe con sus tareas de casa. María Clara y María Rosa son mellizas de catorce años y aunque físicamente son tan parecidas que a veces es imposible diferenciarlas, tienen los carácteres contrarios y por eso discuten continuamente. Los padres de Pepe tienen su propia empresa que se ocupa de decoración de interiores. A ellos les gusta mucho su trabajo, también por las horas flexibles que les dejan pasar mucho tiempo con sus hijos. Los abuelos están jubilados. La abuela de Pepe se dedicó a llevar la casa, lo que hace con pasión y habilidad. El abuelo de Pepe les maravilla a sus nietos contando sus historias extraordinarias de los tiempos de segunda guerra mundial. Ahora intenta escibir sus memorias de aquellos tiempos en plan de publicarles.
Es un día típico de Juan José. Se levanta a las siete y media, se prepara a las clases y espera el baño, es que María Clara siempre lo ocupa  durante un montón de tiempo. Por eso todos los demás tienen que arreglarse rápidamente. Pepe normalmente es el último que baja a comer.
  • ¡Pepe! ¡Date prisa, todos te estamos esparando!
  • ¡Bueno mamá, tengo que ponerme el chaleco y ya estoy listo!
Unos minutos más tarde:
  • ¡Hola abuela, abuelo!
  • ¡Hola cariño! ¿Has dormido bien?
  • Sí, pero tengo mucha hambre...
  • ¿Bueno, qué quieres comer? ¿Tostadas o cereales?
  • ¡Abuela! ¿Tenemos más cereales? ¡Aquí no hay nada y yo quiero comer cereales!
  • María Rosa, tranquila. No respetas a tu abuela. Ayer compré dos paquetas...
  • Julia, come algo más. Tendrás hambre.
  • No papá, no puedo comer nada. Hoy tengo un examen de epistemología y estoy muy nerviosa.
  • ¿Tú, nerviosa? ¡Julita, qué dices! Lo aprobarás a los ojos cerrados.
  • Gracias, Pepe. Espero que tengas razón.
  • Cariño, no debes beber tanto café. Te sienta mal.
  • Lo sé, te prometo, esta es la última vez. ¿Me pasas el azucár?
  • Aquí está. Pepe, ¿qué tal la escuela?
  • Pues muy bien. Ayer en las clases escribimos poemas sobre el barco de la amistad ¡y la profesora dijo que el mío fue el mejor de todos!
  • Parece que tenemos un poeta principiante en la familia. Muy bien, Juan José, muy bien.
Y así todos los días. Antes que cada uno vaya a la escuela, universidad, trabajo o (como en caso de los abuelos) a tareas domésticas, todos los miembros de la familia se reunen desayunando juntos. Exponen sus problemas, comparten sus éxitos, cuentan chistes, discuten. Aunque es muy temprano y todavía todos tienen un poco sueño, la conversación de sobremesa siempre es animada y alegre.
Ahora Pepe, lleno y contento, monta en bici a la escuela. Allí tiene tutoría de cuentos, canto, dibujo y gimnasia. Durante las pausas juega con sus amigos al marro y a la gallina ciega. Termina las clases a las dos y media. Compra una hamburguesa en un McDonald’s cercano y la come en autobús. A duras penas sube por la escalera hasta su piso en la tercera planta. La hermana de Pepe, Julia, está en su habitación hablando por teléfono. Mira por detrás de la puerta y dice:
¿Tienes hambre? Bueno, hay que esperar a mama. Ella volverá a las cinco y traerá algo para comer. Entonces ahora ve a tu habitación y aprovecha este tiempo que te queda para hacer los deberes.
Después se da la vuelta y cierra la puerta. Pepe, sumiso a su hermana, va a su habitación y enciende el ordenador. Escribe un poco con su amigo en el Facebook y intenta hacer sus tareas de casa. Quería pedir a su hermana que le explique un ejercicio de matemáticas, pero ya sabe que no puede esperar ninguna ayuda suya. Pepe ya se acostumbró que Julita está muy ocupada y nunca tiene tiempo para su hermano menor. Entonces, resignado, decide copiar este ejercicio al día siguiente de su compañero del pupitre. El resto de su tiempo libre lo pasa jugando al ordenador.
A las cinco vuelve la madre de Pepe. Como siempre, está muy cansada y tiene mucho dolor de cabeza. Pide a Julia que le recaliente la comida china que trajó y se tumba en el sofa delante de la tele. Desde hace un mes la madre de Pepe sigue sustituyendo a su compañera en la oficina y por tanto tiene el doble de trabajo. Cuando vuelve a casa sueña sólo con ver su serie preferida.
  • Julia, ¿qué tal tus estudios?
  • Bien. Hoy he tenido un examen.
  • ¿Y qué tal? ¿Lo has aprobado?
  • Pues no lo sé.
  • No te preocupes, estoy segura que lo has escrito bien.
  • Gracias, mamá.
  • Pepe, ¿y tú? ¿Muchos deberes?
  • No... no muchos.
  • Bueno. ¿Sabes ya algo sobre esta excursión de abril?
  • No mamá, todavía no sabemos nada.
  • Pues me dices cuando haya algunas informaciones, ¿vale?
  • Claro, mamá.
Se hace de noche. A las siete de la tarde el padre de Pepe vuelve a casa para llevar su familia al cine. Su madre, que ha descansado un poco, se viste y se maquilla para salir al centro. Antes de que empiece la proyección de la película todos cenan en una pizzería. El padre de Pepe durante toda la comida mira su correo electrónico en su portatil y manda documentos a sus subordinarios. Al mismo tiempo la madre de Pepe recibe los mensajes y cotillea con sus amigas de moda, trabajo, casa, sus conocidos etc. Pepe, conectado a la red, juega con sus colegas un partido de fútbol. La comedia americana que ven después en el dimensión 5D no les interesa nada. Pepe sigue jugando con su móvil, su madre manda mensajes a sus amigas y su padre escucha la radio con los cascos puestos. Cuando termina la sesión todos juntos vuelven a casa. Se duchan, se lavan los dientes y al final se desconectan de la red y apagan todos sus dispositivos electrónicos. Inesperadamente se hace un silencio profundo e intenso en todo el piso. Los miembros de la familia van a dormir.
Durante todo el tiempo que han pasado juntos nadie ha dicho ni una sola palabra al otro.
Así termina un día de Juan José.

Brak komentarzy:

Prześlij komentarz