Una semana malagueña
El
tiempo pasa más rápido cuando nos lo pasamos bien. Por eso tengo impresión de
que una semana que pasé en Málaga, la quinta ciudad más grande de España, no
duró mas de tres días.
Gracias
a participar en el curso lingüístico en la escuela de idiomas “Málaga ¡Sí!”,
este viaje fue para mí sobre todo la posibilidad de mejorar mi español y
ampliar mi conocimiento de la cultura y tradiciones típicas de la Península
Ibérica.
El
tiempo después de las clases lo dedicaba a descansar tomando el sol en las
playas preciosas, pasear y sacar fotos, descubrir los sabores de la cocina
andaluz o simplemente disfrutar del ambiente malagueño: uno de los mejores
climas de Europa, el aire lleno de olor de las frutas tropicales, música
flamenco y las personas sonrientes que te echan la mano siempre cuando
neciesitas su ayuda. Como creo que la mejor manera de visitar la ciudad es
perderse en ella, lo hacía a menudo. Vagando por las calles estrechas y aún más
estrechas del centro histórico, encontré muchos lugares mágicos e inolvidables.
Málaga tiene un montón museos y monumentos que merece la pena visitar, por
ejemplo: Museo Carmen Thyssen, Museo y Casa Natal de Pablo Picasso, ruinas de
un teatro romano, la Alcazaba y el Gibralfaro, palacio-fortaleza de origen
musulmán y la catedral, una de las joyas renacentistas más valiosas de
Andalucía.
Hice
muchos amigos nuevos que venían de casi todas partes del mundo. Con mi grupo
internacional pasábamos las tardes comiendo el marisco en los chiringuitos,
divertiéndonos en las discotecas o paseando por la ciudad y charlando sobre las
cosas más típicas de nuestros países.
Tuve
también la oportunidad de participar en la Feria de Málaga, un acontecimiento
que conmemora la toma de la ciudad por parte de los Reyes Católicos el 19 de
agosto de 1487. Durante esta fiesta en las calles se puede ver a muchísimas
chicas vestidas de flamencas y escuchar la música tradicional. Entonces todos
están de buenos humores, cantan y bailan.
Nunca
olvidaré este viaje. Los paisajes y los colores, los olores, los sabores y el bullicio
de las calles malagueñas se quedarán para siempre en mi memoria. Málaga es una
de las pocas ciudades que tiene alma y vive con su propia vida. A todos puedo
recomendar visitarla.
Sylwia Frączek, 2f