sobota, 15 września 2012

Una semana malagueña


Una semana malagueña
El tiempo pasa más rápido cuando nos lo pasamos bien. Por eso tengo impresión de que una semana que pasé en Málaga, la quinta ciudad más grande de España, no duró mas de tres días.
Gracias a participar en el curso lingüístico en la escuela de idiomas “Málaga ¡Sí!”, este viaje fue para mí sobre todo la posibilidad de mejorar mi español y ampliar mi conocimiento de la cultura y tradiciones típicas de la Península Ibérica.
El tiempo después de las clases lo dedicaba a descansar tomando el sol en las playas preciosas, pasear y sacar fotos, descubrir los sabores de la cocina andaluz o simplemente disfrutar del ambiente malagueño: uno de los mejores climas de Europa, el aire lleno de olor de las frutas tropicales, música flamenco y las personas sonrientes que te echan la mano siempre cuando neciesitas su ayuda. Como creo que la mejor manera de visitar la ciudad es perderse en ella, lo hacía a menudo. Vagando por las calles estrechas y aún más estrechas del centro histórico, encontré muchos lugares mágicos e inolvidables. Málaga tiene un montón museos y monumentos que merece la pena visitar, por ejemplo: Museo Carmen Thyssen, Museo y Casa Natal de Pablo Picasso, ruinas de un teatro romano, la Alcazaba y el Gibralfaro, palacio-fortaleza de origen musulmán y la catedral, una de las joyas renacentistas más valiosas de Andalucía.
Hice muchos amigos nuevos que venían de casi todas partes del mundo. Con mi grupo internacional pasábamos las tardes comiendo el marisco en los chiringuitos, divertiéndonos en las discotecas o paseando por la ciudad y charlando sobre las cosas más típicas de nuestros países.
Tuve también la oportunidad de participar en la Feria de Málaga, un acontecimiento que conmemora la toma de la ciudad por parte de los Reyes Católicos el 19 de agosto de 1487. Durante esta fiesta en las calles se puede ver a muchísimas chicas vestidas de flamencas y escuchar la música tradicional. Entonces todos están de buenos humores, cantan y bailan.
Nunca olvidaré este viaje. Los paisajes y los colores, los olores, los sabores y el bullicio de las calles malagueñas se quedarán para siempre en mi memoria. Málaga es una de las pocas ciudades que tiene alma y vive con su propia vida. A todos puedo recomendar visitarla.

Sylwia Frączek, 2f

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